Cuando era niña, me encantaban los cuentos troquelados. Esas pequeñas publicaciones de páginas recortadas siguiendo la silueta de los dibujos de las portadas, me entusiasmaban, Había una serie de ellos que incluso regalaban un pequeño juguetito de plástico que era un elemento de la escena de la portada. Pero los que más me gustaban eran los de la Editorial Saldaña a principios de los 70, y en especial los dibujados por José Luis López Fernández. Las caras de sus personajes eran un absoluto estallido de alegría
Entre ellos, mi favorito era uno que contaba la historia de Cristina y su muñeco, algo irresistible para una niña apasionada de las muñecas como yo, y cuya portada era ésta:
No lo conservo, ni ninguno de todos los que tuve, que fueron muchos...
Pero un día en la sección de cuentos infantiles de una gran superficie, encontré un cuentecillo de pequeño formato que me recordó poderosamente a aquel que tanto me gustaba:
Cuando lo abrí, descubrí alborozada que es una versión más moderna de aquel tan bonito y que las ilustraciones del interior eran las mismas de entonces. Ni que decir tiene que se vino conmigo a casa.
En cuanto lo vio, Valeria se sintió plenamente identificada con la imagen de la niña rubia y su muñequito africano, ella también es rubia, con coletas y su muñeco preferido también es un bombón. Y además justamente estaba vestida de azul. Se sintió la protagonista del cuento ya antes de leerlo.
Siempre me hizo gracia que aunque el pequeño Bambo era un muñeco, en los dibujos parecía un niño de verdad.
Según cuenta el cuento, incluso se zampa unos pasteles que le producen una indigestión. Debía ser el muñeco de tecnología más avanzada del mundo. Algún prototipo, seguramente ;-)
A Valeria le ha encantado el cuentecillo, su muñequito no está tan vivo como el de Cristina pero ella le quiere igual, y que no se de un atracón de pasteles es una ventaja.
Pero ella se siente la protagonista de la historia, el parecido es más que razonable, ¿no?